jueves, 13 de marzo de 2008

Varga(s) Girls

El dibujante peruano Alberto Vargas Chávez llegó a Nueva York en 1916. Un día, paseando por la gran metrópoli, mientras recorría Broadway, vio a una mujer con el pelo rojo y paso rápido que le dejó sin respiración. La siguió hasta el teatro en el que la pelirroja, Anna Mae Clift, trabajaba como bailarina. Vargas le esperó fuera del teatro y cuando salió le dijo: “ Soy artista, me encantaría dibujarte pero no tengo dinero para pagarte”. Anna Mae Clift aceptó y posteriormente fue su musa para muchos de sus dibujos de pin up, además de su mujer.



En 1940 la legendaria revista masculina Esquire lo contrató como sucesor del famoso dibujante de pin up George Petty. Para entonces, Vargas ya había retratado a Greta Garbo, Marlene Dietrich y Shirley Temple.

Por decisión de la revista, Vargas tuvo que suprimir la ese final de su apellido, pasando a firmar sus trabajos como Varga, firma que le prohibieron (por orden judicial) usar para otros trabajos futuros.

En 1941, Esquire vendió 320 mil calendarios. Las "Chicas Varga" se convirtieron símbolo del esfuerzo bélico de los EEUU. Consciente del poder de sus imágenes, se repartieron gratuitamente miles de dibujos a los soldados en el frente. ¿El pretexto oficial? Para “elevarles la moral”.

Con Estados Unidos como el gran proveedor de los Aliados, las Varga Girls traspasaron el océano y fronteras. De esta manera, la revista Esquire alcanzó cuotas de ventas impensables para su época, aunque Vargas no recibiera buenas prestaciones económicas.

Durante la Guerra, el gobierno nortemericano aceptó (a regañadientes) la costumbre de los pilotos aviadores de hacerlas reproducir en el fuselaje de sus aviones como una forma de personalizarlos. Esta costumbre hoy se considera un arte, denominado “Nose Art”





Decepcionado con el trato de aquellos que se habían vuelto millonarios a costa de sus trabajos, se mudó con su esposa a Los Ángeles, donde empezó a mejorar su situación económica. Como no había podido defenderse judicialmente de la prohibición por parte de Esquire de utilizar su apellido incompleto para sus otros trabajos, tuvo que esperar hasta los años 60 para volver a publicar sus dibujos en una revista muy atrevida y que se acababa de fundar en 1953, Playboy.



En esta revista publicó trabajos con más nivel de coquetería, sensualidad e idealización de las formas femeninas. En el primer número de ese icono del erotismo gráfico apareció la “chica calendario” por excelencia, Marilyn Monroe. Se dice que Hugh Hefner -dueño de Plaboy- quiso obligarlo a incluir el vello púbico en sus trabajos, algo a lo que él se negó, entre otras cosas, por respeto a su mujer.

Se dice que Vargas, al igual que varias de sus modelos, estuvo varias veces al borde de la quiebra. Hoy, sus trabajos cuelgan de las paredes de galerías, museos y exposiciones especiales, y se pagan miles de dólares por originales suyos de los cuales, ninguna de sus modelos se ha movido ni un momento de sus poses.






Gabriela Ovando.

2 comentarios:

Mar dijo...

qué interesante! puedo hacer una petición? podríais hacer una entrada explicando todo el tema de tatoos y el icono de las pin-ups? gracias y ánimo!

Believedotcom dijo...

Que genial siempre me han gustado las pin-ups y no conocía a Alberto Vargas y tampoco sabia que era peruano, como yo.
Un gusto de leer tu entrada..